Cuando Isser Nener tenía poco más de 20 años, le diagnosticaron cáncer de piel.

«Encontré un pequeño lunar en la parte posterior de mi pierna. Estaba de vacaciones con un amigo y me dijo: ‘Tienes que revisarte ese lunar'», cuenta.

«Así que fui al médico y me lo quitaron de inmediato. Una semana después me dijeron que tenía cáncer de piel. Sentí molestia y conmoción».

Le sorprendió porque había creído en un mito perpetuado durante mucho tiempo: que los altos niveles de melanina en la piel negra la protegían del sol.