Es una megaestructura que en realidad tiene algo de artesanal. El Viking Link o enlace vikingo es el cable eléctrico terrestre y marítimo entre países más largo del mundo.
Sus más de 765 kilómetros transportan electricidad por el fondo del mar desde Dinamarca a Reino Unido y viceversa, en una obra de ingeniería que superó muchos desafíos.
Sobre todo porque el Mar del Norte es probablemente uno de los mares menos profundos y eso hace que las medidas de protección contra posibles daños o sabotajes se hayan tenido que extremar.
Este cable, que pesa unos 40 kg por metro -tres veces más que una barra de oro- funcionará a su máxima capacidad a finales de este mes y transportará la energía producida en los parques eólicos de ambos países.
¿Cómo funciona?
“Simplemente, cuando Dinamarca tiene escasez de energía y Reino Unido tiene mucho viento, apretamos un interruptor y la potencia cambia de dirección desde un área que tiene demasiada electricidad a otra que la necesita”, le explica a la BBC Rebecca Sedler, directora general del negocio de interconectores de la empresa National Grid
La última sección del enlace se completó en julio en alta mar, con un barco de tendido de cables llamado Leonardo da Vinci.
La operación implicó levantar secciones de cables fuera del agua y unirlas hábilmente en el barco.
Tanto Dinamarca como Reino Unido se han puesto como objetivo consumir solo electricidad sin emisiones de carbono para 2030 y 2035.
Como sucede en muchos otros países, de momento en Reino Unido la demanda no puede cubrirse con energía renovable procedente de la eólica, la solar o de biomasa, además de la nuclear, y por eso el país se ve obligado a quemar gas.
Y el problema de la energía renovable es que no se puede almacenar de un día con sol a uno nublado o de un día con mucho viento a otro más tranquilo.
Este cable sirve para canalizar y distribuir la energía donde sea necesaria.
Dinamarca se ha puesto como objetivo reducir el 70% en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y comenzó a invertir fuertemente en energía eólica en la década de 1970.
Superautopista
El Viking Link es en realidad una superautopista eléctrica que cruza el Mar del Norte.
Su construcción comenzó en 2019 y hasta ahora se han invertido más de tres millones de horas de trabajo en planificación y construcción. El cable eléctrico está fabricado de cobre, acero, papel y plástico, y está enterrado en el fondo marino.
El coste del proyecto asciende a US$2.300 millones. Una ventaja, dicen los expertos, es la diferencia horaria entre los dos países que hace que los picos de uso de energía se produzcan en distintos momentos.
Y aunque es impresionante, el Viking Link será el más largo de su clase probablemente por poco tiempo.
El Australia-Asia Power Link, ya planeado, conectará Darwin, la capital más septentrional de Australia, con Indonesia y Singapur, con una longitud total de 4.200 kilómetros.
Cables kilométricos
Los océanos están llenos de cables de telecomunicaciones submarinos que los cruzan. Se estima que hay más de un millón de kilómetros de cables instalados en todo el planeta.
En septiembre de 2017, Microsoft, Facebook y la empresa global de infraestructuras de telecomunicaciones Telxius completaron el cable submarino Marea, que cruza el Océano Atlántico a más de 5.000 metros de profundidad, conectando Virginia Beach, en EE.UU., con Bilbao, en España.
El tendido de los cables se realiza con barcos especializados que lentamente van desplegando enormes bobinas que se dejan caer al fondo del océano.
La peculiaridad del Viking es pecisamente que transporta energía.
TeleGeography, una consultora en telecomunicaciones estadounidense, creó el portal Submarine Cable Map, un mapa interactivo de todos los cables submarinos desplegados en el mundo con datos sobre las empresas propietarias como Google, Facebook, Amazon, Verizon o AT&T.